SABÍAS QUE...
El secreto que esconde el misterio de La Milagrosa de Sevilla: así funciona la doble trabajadera del paso
Las reducidas dimensiones de la puerta de la parroquia hacían prácticamente imposible la salida de este imponente misterio, por lo que se hubo de idear un original sistema que permitiera salvar el dintel sin necesidad de echar los cuerpos a tierra
Hermandad de la Milagrosa Sevilla: horario e itinerario
Del paso del Señor de la Esperanza en el Puente Cedrón, de la Hermandad de la Milagrosa, ya se sabe que es el que más costaleros lleva de la Semana Santa de Sevilla. Lo que muy pocos saben es que cuenta con un ... número de trabajaderas muy superior al que cualquiera pudiere imaginar. Ya se sabía desde hace tiempo que los 55 costaleros que calza este imponente misterio ocupan hasta 11 palos. Sin embargo, en realidad este paso cuenta con un total de 21 trabajaderas. ¿Quieres saber el motivo?
¿Por qué el misterio de La Milagrosa tiene 21 trabajaderas?
Ciertamente, los costaleros del Señor de la Esperanza en el Puente Cedrón trabajan con 11 trabajaderas durante la estación de penitencia que realizan cada Sábado de Pasión. No obstante, el armazón de la canastilla oculta en su interior una decena de trabajaderas más que eleva el número total a 21.
Estos diez palos solo se usan para la salida y entrada del misterio del Señor de la Esperanza en la parroquia de la Milagrosa. De esta manera, el paso cuenta con un sistema de doble trabajadera que permite que los costaleros trabajen erguidos durante las maniobras de salida y entrada del misterio desde su templo.


Todo surge a raíz de la última remodelación que sufrió el paso y que hizo que la canastilla creciera en 15 centímetros. Actualmente, el misterio tiene una altura de entre 5,30 y 5,40 metros desde los zancos hasta la antorcha que porta uno de los guardias judíos del paso. Teniendo en cuenta que la puerta del templo tiene una altura de 4,48 metros, resulta imposible que el paso quepa incluso echando los cuerpos a tierra.
La cabeza pensante de esta solución es la de su capataz, Ricardo López (Almansa), quien cuenta a ABC el funcionamiento de esta técnica más propia de una obra de ingeniería que de un paso de Semana Santa.
¿Cómo funciona la doble trabajadera del misterio de La Milagrosa?
Almansa, que también comanda las cuadrillas de la Hermandad de la Sed, explica que el paso «antes salía cuerpo a tierra, pero con el crecimiento de la canastilla ya no es posible». Confiesa que se le encendió la bombilla viendo la laboriosa salida del misterio de Jesús Despojado, una maniobra que generaba un gran «desgaste físico» en la cuadrilla de costaleros. «Esto es inhumano», pensó.
Fue así como Ricardo Almansa comenzó a darle vueltas a la cabeza en busca de una técnica que le permitiera salvar el dintel de la parroquia de La Milagrosa sin tener que someter a tal desgaste a los costaleros. Y cayó en la cuenta de que la canastilla estaba expedita de travesaños, lo que le ofrecía la oportunidad de armar una sistema de doble trabajadera que le permitiría levantar el paso «uno o dos dedos solamente» y poder salir así sin necesidad de que los costaleros sufrieran de más.

Para efectuar las maniobras de salida y entrada, lo primero que hay que hacer es reducir la altura del paso. Eso se consigue gracias a los zancos abatibles que tiene la parihuela. Posteriormente, de los 55 costaleros que conforman la cuadrilla del Señor de la Esperanza, salen del paso una trabajadera completa y todos los corrientes, quedando debajo del paso tan solo 40 hombres. Esta reducción momentánea repercute en el reparto del peso, ya que los 2.800 kilos que pesa este misterio suponen una carga de 70 kilos por costalero, 20 kilos más que con la cuadrilla completa.
Con los zancos abatidos y los 40 costaleros bajo el paso, estos pasan a trabajar sobre los 10 palos que atraviesan la canastilla y no sobre los once que se sitúan en la propia parihuela. De esta manera, es posible hacer que este misterio quepa por la puerta de la parroquia y, al mismo tiempo, garantizar el bienestar del costalero. «Van más cómodos, porque trabajan derechos y no es necesario que echen cuerpos a tierra», puntualiza Ricardo Almansa.
El propio capataz reconoce que esta «es la única posibilidad para sacar el paso» y arguye que «esto lleva mucho trabajo detrás». Las mediciones y los cálculos debían de ser exactos para tener en cuenta la altura de los costaleros, la pendiente de la rampa e, incluso, los pocos centímetros que se pierden a la entrada con la morcilla ya vencida tras horas y horas de trabajo. Una muestra inequívoca de que, en ocasiones, hay que hacer de la necesidad virtud.
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