Ainhoa Grandes tenía 27 años y llevaba cinco trabajando para la casa de subastas Sotheby’s cuando un cazatalentos le propuso dirigir la Fundación Macba. Aquel día su vida dio un vuelco. Había estudiado Administración y Dirección de Empresas, le interesaba la economía por lo que tiene de claridad, de precisión, de mesurable, y de pronto se veía inmersa en un mundo, el del arte contemporáneo, que ama el misterio y las interpretaciones múltiples.
“Tuve el increíble privilegio de poder crecer aprendiendo”, dice Grandes, que señala a Manuel Borja-Villel, que por aquel entonces se incorporaba a la dirección del museo, como su primer y más querido maestro. También a Leopoldo Rodés, con quien pese a la diferencia de edad (37 años) “compartimos una vida muy feliz, todos los días con él fueron increíbles", hasta la abrupta muerte del empresario en 2015, a causa de un accidente de coche.
En la Fundación Macba tuve el increíble privilegio de poder crecer aprendiendo”
“Tuve la suerte de vivir unos años fantásticos con él, aprendí muchísimo de Leopoldo, de su curiosidad, de su empatía, de su diligencia, de su manera de disfrutar de la vida… y nos quisimos muchísimo, nos encantaba estar juntos siempre y compartirlo todo. Era una persona extremadamente inteligente y exigente, tanto consigo mismo como con los demás. Cuando empezamos a salir, yo era muy joven y él me enseñó a ser más disciplinada, a tener curiosidad por las cosas. Gracias a él, viajé muchísimo por todas partes y conocí a personas de mundos distintos, de la cultura, la empresa, la política..., lo cual, creo, me aportó una perspectiva muy enriquecedora. Tuvimos una relación preciosa”, recuerda Grandes.

La empresaria, en el salón de su casa, posa ante una obra de la serie ‘20 Red Lights’, de Max de Esteban
¿Cómo fue continuar la vida sin él? “Fue todo un proceso de redescubrimiento. Leopoldo era una figura muy conocida y con gran influencia en Barcelona y en España. Durante un tiempo, yo había sido la mujer de Leopoldo, así que tuve que encontrar mi propio camino. Perderle supuso tener que salir adelante sola y descubrirme a mi misma y ver lo que era realmente capaz de hacer. En ese momento me volví muy independiente y quise recuperar mi faceta financiera. Me matriculé en el Advanced Management Program del IESE. Fue una experiencia desafiante porque había enviudado recientemente y volver a estudiar de manera intensa, rodeada de profesores y alumnos exigentes, no fue nada fácil”.
Había enviudado recientemente y volver a estudiar de manera intensa, rodeada de profesores y alumnos exigentes, no fue nada fácil"
Grandes aceptó entonces el reto de asumir la presidencia de la Fundación Macba, cargo que hasta entonces había ostentado Rodés, el hombre que, con la complicidad del alcalde Pasqual Maragall, reunió en 1987 a un grupo de 33 empresarios barceloneses en torno a una fundación de arte contemporáneo que debía dotar de colección a un museo por aquel entonces inexistente (el Macba se inauguró en 1995, casi una década más tarde), llamado a paliar una anomalía histórica en la ciudad de Picasso, Miró y Tàpies. Un caso ejemplar de implicación de la sociedad civil en un equipamiento cultural que aún hoy continúa nutriendo de obras la colección del museo. La selección la decide el director con un comité asesor en el que figuran grandes nombres del mundo del arte internacional como Chris Dercon.

Grandes colecciona obras de las que le gusta rodearse, como esta réplica de ‘La ola’, que Oteiza regaló a Leopoldo Rodés
Grandes también busca patrocinios, colaboradores y organiza actos para incrementar recursos. Una de las últimas iniciativas que ha puesto en marcha es la creación del Premio Fundación Macba, dotado con 80.000 euros. Quiere jugar en la liga del Turner Prize que impulsa la Tate Modern de Londres, o el Duchamp que otorga el Centre Pompidou de París.
En su primera edición, celebrada el pasado noviembre, el ganador fue Ibon Aranberri, y se reconoció también el trabajo de Cabello/Carceller, Sandra Gamarra y David Bistué en calidad de finalistas. “La idea es poner al artista en el centro de la conversación, porque sin él todo lo que hay alrededor, el ecosistema del arte, las galerías, los coleccionistas, los museos... no tiene sentido”, reflexiona.
Estoy igual de cómoda en el mundo financiero que en el cultural”
“A menudo se enfrentan a la precariedad y necesitan apoyo, no solo económico sino sobre todo de visibilidad. Es curioso como en otras disciplinas, la literatura, el cine, la música... buena parte de sus protagonistas son reconocidos por el público general, en cambio en el mundo del arte contemporáneo no sucede lo mismo”. Pero aunque es lo que le ha dado mayor notoriedad, el arte ocupa una ínfima parte en una abrumadora agenda llena de citas financieras y empresariales al más alto nivel.
“Después de la muerte de Leopoldo empecé a explorar otros ámbitos, enfocándome sobre todo en el impacto social y medioambiental y la sostenibilidad de las empresas, que hoy es uno de los pilares de mi vida”, cuenta. Por el camino ha tenido que romper muchos techos de cristal.

En el salón, conviven desde un espléndido Calder a unas esculturas chinas de la dinastíaTang
Durante cinco años residió la Fundación Ship2B, la mayor aceleradora de startups de impacto social y medioambiental de España, y es miembro del consejo de administración de Renta Corporación, sénior advisor de Alantra o miembro del consejo asesor de Llorente y Cuenca. Es un entorno todavía muy dominado por hombres, y no es fácil hacerse un hueco, pero hay mujeres increíblemente valiosas e inteligentes que merecerían estar ahí. A veces, el problema precisamente de muchas empresas es que los equipos directivos no cuentan con suficientes mujeres”.
El arte es un poderoso agente de cambio y hay mucho que las empresas pueden aprender de él. Grandes se siente bien tendiendo puentes. “Estoy igual de cómoda en el mundo financiero que en el cultural. Ambos me aportan muchísimo”, dice, como si lo natural fuera estar siempre entre dos mundos. Vive entre Barcelona y Madrid adonde su mudó para estar cerca de Silvio González, su actual marido. “La vida me dio la maravillosa oportunidad de conocer a Silvio, que es un hombre increíble, en un momento de madurez de los dos y tener la relación más bonita del mundo, apasionada, serena, divertida y muy completa”.
No nos consideramos coleccionistas en absoluto, compramos cosas que nos gustan y con las que queremos vivir”
Disfruta de lo mejor de cada una de las dos ciudades (“Barcelona es mi ciudad, la adoro; pero Madrid es culturalmente muy interesante”), y muy recientemente ha descubierto el campo. “Siempre fui de ciudad y de mar, pero poco a poco el campo me ha absorbido. Tenemos una casa en Talavera de la Reina con gallinas, que me encantan, un huerto... Me ocupo del jardín. Escuchar la naturaleza y estar cerca de los animales me aporta una paz inmensa”, confiesa.
Como ya hiciera con su primer marido, colecciona arte con su actual pareja, “aunque no nos consideramos coleccionistas en absoluto- matiza- compramos cosas que nos gustan y con las que queremos vivir”. En su casa de Barcelona, Oteiza convive con Ignasi Aballí, Pepe Espaliú, Calder y unas esculturas chinas de la dinastía Tang.
Inquieta e imaginativa, hace unos días se estrenó como empresaria, “aunque creo que sería más correcto hablar de emprendedora”, con la apertura de una sandwichería, TheBikiniBar, un lugar de encuentro entre aparentes opuestos como un bikini y un dry martini.