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Temas |EL DESARROLLO, EN PROBLEMAS

Ausentismo escolar: una preocupación que crece y golpea la educación

Casi seis de cada diez estudiantes secundarios admitió tener más de 15 faltas por año, lo que afecta al cumplimiento del mínimo de clases. La cruda realidad en las aulas de la Ciudad y la Región

Ausentismo escolar: una preocupación que crece y golpea la educación

Las instituciones se ven desbordadas al atender esta problemática / Argentina.gob.ar

25 de Agosto de 2024 | 07:21
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Las aulas de la Región enfrentan un fenómeno que trasciende las paredes de las escuelas y revela el estado crítico de la sociedad. El ausentismo escolar, un tema que parece menor a simple vista, es solo la punta del iceberg de una realidad mucho más compleja que afecta a miles de niños y adolescentes. Tal como ha publicado este diario en los últimos meses, las ausencias no son simplemente el resultado de enfermedades o accidentes. El trasfondo es un abanico de problemas sociales y económicos que golpean a las familias y que, en última instancia, tienen un impacto devastador en la educación de los más jóvenes. Las instituciones, especialmente las públicas, se ven desbordadas intentando contener a una población estudiantil que, por diversas razones, parece alejarse cada vez más del sistema educativo formal.

“Este último tiempo tuvimos muchos alumnos ausentes por enfermedades. Hubo muchos casos de bronquitis o gripe que afectaron bastante la asistencia a clases. A nosotros nos afectó ese tema puntualmente”, comentó, en privado, a este diario una directora de una escuela platense situada en Zona Norte. “Hay un ausentismo crónico y se debe a casos de chicos que están en lista, pero nos cuesta que vuelvan a la escuela... Es provocado por la vulneración de las familias, es una cruda realidad. Trabajamos en equipo para contenerlos, irlos a buscar y que vuelvan a estudiar, pero se hace difícil”, sumó, como otra problemática, una vicedirectora de una institución pública situada en la zona oeste de la Región. “Hay una situación real que se da pospandemia donde hay muchos chicos con problemas de ataques de pánico, psicológicos y de padecimientos subjetivos que, si no tienen mutual, no pueden acceder a un tratamiento y eso, también, los aleja de la escuela”, aportó otra autoridad de una entidad local emplazada en las afueras del casco urbano. Tal como se retrató, el ausentismo escolar es un problema multicausal y, si bien puede conllevar al abandono de los estudios primarios y/o secundarios, genera una preocupación y un impacto en el desarrollo educativo.

 

“Trabajamos en equipo para contenerlos, irlos a buscar y que vuelvan a estudiar”

 

El 57% de los estudiantes del último año de la secundaria en la Provincia de Buenos Aires reconoce tener más de 15 faltas por año. Esto es, casi 6 de cada 10 alumnos bonaerenses. La cifra -que supera al promedio nacional del 44% que declara 15 faltas o más en un ciclo lectivo- surge del informe “Ausentismo estudiantil en secundaria: percepción y dimensiones” elaborado por Bruno Videla (docente de nivel secundario), Martín Nistal y Eugenia Orlicki (del Observatorio Argentinos por la Educación).

Las escuelas platenses y de otras zonas de la Provincia de Buenos Aires son el reflejo de esta realidad. Directores y docentes coinciden en que el ausentismo se ha convertido en una constante, no solo por las enfermedades estacionales que afectan a los alumnos, sino también por problemas estructurales que tienen sus raíces en la vulnerabilidad de las familias. El esfuerzo de los equipos escolares para recuperar a esos estudiantes que se encuentran en la lista pero no en las aulas es titánico. Sin embargo, la tarea se vuelve cada vez más ardua en un contexto donde las problemáticas familiares, la falta de recursos y la crisis económica actúan como barreras insuperables.

La comparación con otros países pone en evidencia otro aspecto crítico: el tiempo efectivo de clases en Argentina está muy por debajo del teórico. Si bien se planificaron 186 días de clase en 2022, distintos factores como los paros, el ausentismo tanto de docentes como de estudiantes, los problemas edilicios y las condiciones climáticas hicieron que este número fuera inalcanzable. A diferencia de países como Israel o Japón, donde los estudiantes tienen más de 200 días de clase al año, en Argentina no existe un registro público claro sobre la cantidad real de horas de clase que se dictan, lo que dificulta aún más el diagnóstico y la solución del problema.

“Menos días de clases implican necesariamente menos aprendizajes, menos socialización y más desvinculación. Si la repitencia es la antesala del abandono, el ausentismo estudiantil es en sí mismo una forma solapada y silenciosa de abandono escolar, es un ‘abandono en cuotas’ que impacta de lleno en la calidad de los aprendizajes”, alerta Bruno Videla, coautor del estudio y reclama: “Resulta fundamental contar con datos precisos para poder dimensionar la magnitud del problema y así pensar en estrategias para abordarlo”. Agrega además que “el dato acerca de que no existen diferencias en cuanto a nivel socioeconómico nos dice mucho. La falta de ganas de ir a la escuela interpela también a las familias, que muchas veces entienden que lo que pasa en la escuela no es más importante que otras tantas actividades, o bien que ir a la escuela puede ser una decisión sometida a la voluntad de los chicos”.

Para Manuel Becerra, docente secundario, profesor y magíster en Historia, “el ausentismo escolar es un problema que aparece como tal a partir de tres procesos: la precarización laboral y sanitaria de las familias, la extensión de la obligatoriedad escolar y una cultura dominante que promete éxito instantáneo y la no consecuencia de apartarse de las normas porque todos creemos tener razones para estar exceptuados de ellas. El problema existe y es grave. Cabe preguntarse si es más grave que cuando, por ejemplo, la secundaria no era obligatoria y aquel alumno que se excedía en inasistencias simplemente era expulsado del sistema en forma automática. A primera vista uno se preguntaría si las políticas educativas pueden por sí solas incidir en esto o hace falta una batería de políticas sociales y laborales que en este contexto no existen”.

Por su parte, Viviana Postay, especialista en gestión educativa y docente de nivel superior, subraya que “la mitad de los directores de nivel secundario en nuestro país piensa que el obstaculizador más importante para una buena enseñanza es el ausentismo de los alumnos. Esto nos obliga a repensar el lugar de los adultos dentro y fuera del sistema. Debemos interrogarnos sobre las relaciones entre la familia y la institución escolar. ¿Qué pasa con los adultos a la hora de colocar límites al ‘no tengo ganas’ como motivo de inasistencia e impuntualidad? Reconstruir tramas de autoridad entre adultos, donde la familia apoye el trabajo de los docentes y viceversa, resulta fundamental para el cuidado y el aprendizaje de los adolescentes. La primera condición para aprender de manera profunda es la asistencia continua y sistemática a la institución escolar”.

También Marina Bertone, docente de Primaria, coincide en que la inasistencia a clases “es un factor preocupante y complejo en la formación de los estudiantes. En cualquier nivel del sistema educativo, el hecho de no concurrir a clases afecta directamente a la continuidad pedagógica. El acto pedagógico está secuenciado de manera tal que necesita de la asistencia del estudiante a clases. Es fundamental que participe en las propuestas y dinámicas pensadas por el docente y que sea parte de los intercambios áulicos para poder construir aprendizajes en forma activa y progresiva”.

 

Las causas del ausentismo

❑ Problemas de salud propios: la razón más común en todos los niveles socioeconómicos.

❑ Problemas de acceso a la escuela: incluye dificultades con el transporte y condiciones climáticas adversas.

❑ Falta de motivación para asistir a la escuela: especialmente entre los estudiantes de niveles socioeconómicos más altos.

❑ Llegada tarde a clases: afecta principalmente a estudiantes de niveles socioeconómicos más altos.

❑ Problemas familiares: incluyen desde situaciones de violencia hasta dificultades económicas.

❑ Problemas psicológicos y de salud mental: incrementados tras la pandemia.

❑ Condiciones de vulnerabilidad social: que afectan de manera crónica la asistencia a clases.

 

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