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''Hoy se trabaja''

Sin diálogo y con el FMI en agenda: así enfrentó el Gobierno el tercer paro de la CGT

Javier Milei, en su despacho de Casa Rosada.

Pedro Lacour

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“No nos importa el paro, es un día normal”. La frase cayó como una descarga en los pasillos de la Casa Rosada mientras, del otro lado de las rejas, buena parte del país funcionaba a media máquina. Con escuelas cerradas, oficinas públicas semivacías y hospitales atendiendo solo urgencias, el gobierno de Javier Milei respondió con sobreactuación de normalidad al tercer paro general convocado por la CGT: reunión de Gabinete, foto de unidad y un mensaje directo a los gremios. “Hoy se trabaja”.

La central obrera volvió a manifestarse este jueves, aunque sin movilización callejera —la marcha fue ayer, al Congreso—. Así y todo, el efecto se sintió. Hubo colectivos —la UTA no adhirió—, pero el resto de los servicios públicos funcionó con restricciones. Mientras tanto, en Balcarce 50 eligieron mostrar orden, agenda institucional y respaldo político. A las 9.30, Milei reunió a sus ministros en el Salón Eva Perón y se tomó la foto que quería: rodeado de su tropa, mientras la calle estaba en silencio relativo.

“No sólo es un día normal”, dijo uno de los funcionarios presentes, “sino que estamos a las puertas de una nueva etapa”. Con eso se refería al inminente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y a una promesa que volvió a circular en voz baja: levantar el cepo cambiario “entre julio y agosto”, con un sistema de flotación administrada “al estilo Uruguay, Paraguay o Perú”.

El Presidente llegó a la Casa Rosada a las 8.52, escoltado por un operativo de seguridad que incluyó cortes momentáneos sobre la avenida Alem. En el primer piso lo esperaban sus funcionarios. Esta vez, sin la otrora “mesa chica” —Karina Milei, Patricia Bullrich y Luis Caputo— sino con un formato ampliado, que incluyó, entre otros, al jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el ministro de Salud, Mario Lugones; el canciller, Gerardo Werthein; el presidente del Banco Central, Santiago Bausili; el asesor todoterreno Santiago Caputo y el vocero presidencial Manuel Adorni.

Fue Adorni, justamente, uno de los blancos del paro de este jueves. De manera provocadora, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) había advertido en las últimas horas que la medida tendría “alta adhesión incluso en áreas sensibles del Gobierno como la Vocería Presidencial”. Rodolfo Aguiar, su secretario general, fue al hueso: “Hasta los empleados nuevos designados por Adorni abandonaron sus puestos y se plegaron a la medida de fuerza”.

El vocero-candidato no se quedó callado. En su canal de WhatsApp, definió la medida como “uno de los últimos coletazos de quienes viven de la extorsión y el apriete”, acusó a la CGT de defender “los negocios de la casta sindical kirchnerista” y denunció que “dejan al trabajador sin tren ni subte mientras ellos se mueven en autos importados”. También estimó que el paro tuvo un costo de 880 millones de dólares y lo comparó con la inacción gremial durante la gestión de Alberto Fernández.

Las palabras de Adorni vinieron acompañadas de otras, esperables: “Por supuesto que se descontará la jornada laboral al que no trabaje”, filtró una fuente oficial. Aunque no hubo notificaciones formales ni a UPCN ni a ATE, la decisión busca disciplinar. En el paro anterior, de mayo de 2024, el Ejecutivo había prometido lo mismo. Algunos gremialistas aseguran que los descuentos no se aplicaron del todo. Esta vez, juran en Balcarce 50, será diferente.

Lo cierto es que el acatamiento fue contundente en muchas dependencias estatales, aunque sin manifestaciones masivas. En la Casa Rosada interpretaron todo como un acto de campaña. “Es un paro político”, repiten hace semanas, por lo que Milei ni siquiera consideró iniciar gestiones para frenarlo. Apenas Francos tanteó a Gerardo Martínez, de la UOCRA. No hubo avances. Lo que sí hubo esta semana fue una confirmación importante: la visita a Buenos Aires del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent. Llegará en los próximos días. El mensaje es claro: mientras la CGT paraliza, el Gobierno alimenta su vínculo con Washington.

En paralelo, desde los despachos oficiales, se defiende el rumbo económico sin medias tintas. “Imaginate si tuviéramos déficit, estaríamos con inflación y hechos miércoles”, graficó un funcionario cercano a Milei. En su mirada, la Argentina está bien posicionada para enfrentar turbulencias externas. “El problema no son los shocks de afuera, son los degenerados fiscales de adentro”, resumió ante la consulta de elDiarioAR.

En Balcarce 50 no parece haber lugar para la pausa ni para la autocrítica. El paro fue leído como un gesto más de la vieja política, al que había que responder con orden, agenda y señales de poder. La Casa Rosada eligió seguir adelante, sin diálogo y sin desvíos. Este viernes, el directorio del FMI podría aprobar el nuevo programa con la Argentina y confirmar el monto del primer tramo del desembolso. Para el Gobierno, la verdadera respuesta al paro llegará entonces: no en la calle, sino en dólares.

PL/JJD

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